29.5.03
DESOLATIO
Esaten du ene hiztegi batek
desolamendu hitza latinezko
desolatio hartatik datorrela,
jentiboz desolationis;
Dio baita ere mila seirehun eta
Hamaikagarren urtean sortu eta
idatzi zela lehenengo lumaz;
bere esanahiak direla
bakardade, ruina, hondamen.
Baina ez dio ezer
kaletik doan
jendearen
bihotzetaz;
Ez dio ezer,
zutaz eta nitaz,
gartzela edo
koarteletako
patiotaz...
DESOLACIÓN
Dice mi diccionario
que la palabra desolación
proviene del latino desolatio,
genitivo desolationis;
Y que fue en mil seiscientos once
cuando alguien la escribió
por primera vez
después de afilar la pluma
de una oca blanca.
Dice también
que soledad, ruina y destrucción
son sus significados principales.
Pero nada dice el diccionario
del corazón de la gente
que marcha por la calle;
nada dice de nosotros,
nada dice de los patios
de la cárcel o del cuartel...
Bernardo Atxaga
26.5.03
23.5.03
21.5.03
SITUACIÓN SIVELÍSTICA
Salió del bar hacia las ocho de la mañana. El sol arremetía implacable contra las banquetas. Esta vez no había nadie, sólo ella que caminaba con pesantez. Guzmán y Navarro hacía meses que habían desaparecido de la mesa de siempre. Tenía el cabello invadido de humo. La ropa y la piel olían a cigarro. Iba a cruzar la calle cuando el eco de las palabras que había discutido durante toda la noche, le provocaron un sueño inmediato. Se detuvo. No supo qué hacer. Dirigirse hacia la playa en estos momentos le parecía erróneo. Pensar en los bosques y las setas la remitían al comienzo de la historia. Beber del líquido aceitoso de los sargazos le provocaría nostalgia. No era hora de buscar a nadie. El sol, de nuevo, le gritó a la cara: Arde.
Mientras recorría las calles de una ciudad prestada y totalmente ajena, encontró que el paso de algunas mujeres es inaudible. Se deslizan con la velocidad reptora de las culebras. Sin ruido, frías, y zig zagueantes. —Por suerte, es fácil verlas. Pensó para sí. Vió dos siluetas que proyectando la misma sombra, desaparecían entre los carros. —Querida, tienes sangre en los pies. Le dijo una voz tipluda, aflautada. Cuando volteó, vio a una mujer de su misma altura, con el cabello pintado de rubio. —Si quieres puedo ayudarte, querida. Le dijo. Amaranta Caballero no respondió nada. Se contrajo ante el querida más falso del mundo y aplicando la mirada horizontal varias veces, caminó luego sobre sus pasos. Observó cómo la mujer rubia se quedaba sobre la calle, hablándole, con la sonrisa en los labios ultrapintados pero ya sin voz. Un silencio marino inundaba la cabeza de la Mujer Caballero. La rubia se iba quedando despacio en otra historia. Amaranta se dió la vuelta y saliendo del espasmo, pensó: Debo encontrar a Agnes.
20.5.03
19.5.03
18.5.03
LA MAÑANA
...Porque estamos hechos
no de soledades
sino de ausencias...
Y de nuevo, ella se tarda. Da varias vueltas entre sábanas y cobijas. Entreabre los ojos pero prefiere volverlos a cerrar. Se da cuenta que aún no amanece. Se da cuenta que poco a poco la piel se va cubriendo por una coraza de hielo. Se da cuenta de que el frío se produce desde adentro hacia afuera. Pero ella no lo acepta. Quiere creer que es al revés. Siempre es más fácil repartir las culpas. Ella sabe que el dominio de las emociones es uno de los juegos más difíciles y que nunca hay un cien por ciento para ganar. Ella se piensa un témpano.
(Wicked Games suena una y otra vez desde otro exquisito, ancestro, juego de emociones)
Casi amanece. Ella, Témpano, no quiere ver el sol. Al mediodía seguramente sólo se volverá agua.
17.5.03
VÍNCULOS
Tardó más de lo acostumbrado para levantarse e ir al baño. Una vez ahí, lavó su cara y, todavía escurriendo, se miró durante varios minutos al espejo. Veía correr el agua. Veía el fluir entreverado de los años de su década mejor.
—Hace tres meses justos, de hace treinta años, estaba en el vientre de mi madre –pensó.
—Saldré en el solsticio de invierno –se dijo la mujer dentro de ese limbo húmedo.
¿Porqué las palabras, a veces, cobran el poder de su sonido?
Escuchó entonces que la palabra crujir, crujía, entre los dientes y la lengua. Y supo que la palabra humedad, en casi todos los contextos, acertadamente profundiza. Y, así, vuelve a evaporarse o regresa a la tierra.
Amaranta Caballero tomó la toalla delgadísima y se limpió de manera brusca. Ya no se miró al espejo. Subió la escalera caracol hacia el lugar donde las mujeres retraídas siempre regresan. Miró curiosa la ventana izquierda y la silueta perfecta de un fáunulo se dibujó mientras ella recorría con mirada horizontal todas las mañanas
(las mañanas, como los cirros y como el amor a veces, se forman despacio, ondulantes, y en segundos, desaparecen. Dejan sólo el azul).
Cuando se disponía a cerrar el capítulo de una ventana abierta, escuchó el grito alegre de la Mujer Arándano. Amaranta se asomó y desde lo alto vio el cabello corto, negro, moviéndose divertido con la ventisca. Pensó que la Mujer Arándano, intensa, por medio del baile de sus cabellos, emanaba el ritmo corporal de su propia definición.
—Amarantaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa –gritó de nuevo.
Desde lo alto, desde un tercer piso; y desde la calle, la Tierra. Dos miradas se supieron.
16.5.03
OVÍPAROFESTEJO
Mi hermano Luis Alfonso de once años, alias "Pilón", me anuncia vía telefónica que por fin la pareja de pericos australianos que viven en casa de mis padres, han puesto un huevo. Después de ocho años y de las más elaboradas especulaciones de la familia que tengo en Guanajuato, celebraremos pronto un nuevo integrante con nosotros.
14.5.03
LA CASA
Hace poco una mujer tocó tres veces y sin permiso, abrió la puerta. La casa que encontró era una casa casi como todas: de muros blancos, amplia y con esa exacta distribución para que la luz entre por las ventanas, (o esa buena disposición de las ventanas para ceder al paso de la luz). La mujer decidió quedarse en la casa, mientras pensaba hacia dónde seguir la huída que la trajo hasta esta puerta. Transcurrieron algunos días y comenzó a llegar la gente. Exactamente igual. De la misma manera en que ella entró: tocando tres veces y sin pedir permiso. Después de dos semanas, tres hombres y seis mujeres comenzaban a dar cuentas: el hastío de verse a los ojos. Hablaron entre todos relativamente poco. Unos más que otros, otros casi nada. Sin embargo, la convivencia resultaba filial. La mujer nunca supo de lo incómodo que resulta a veces el silencio. Uno de los hombres dejaba siempre dulces cerca de las pertenencias de ella, la mujer del comienzo de esta historia, y él pensaba que nadie se daba cuenta. Pero como es obvio cuando se vive rodeado de gente dentro de un mismo espacio: todos lo saben todo. La mujer lo ignoraba. Y entonces, los murmullos de todos se confundían de una manera casi enfadosa. Como el zumbido sincopado de la negra danza de las moscas. Los meses pasaron y a pesar de los cambios de clima y de personas (unas entraban otras salían) los seis hombres y las tres mujeres respiraban igual. Pausados. Una tarde, uno a uno comenzaron a salir de la casa. Los muros blancos crecieron y la amplitud se expandió por encima de los ojos de todos. Con tranquilidad y gentileza cada uno tomó sus pertenencias y, sin despedirse de una manera formal, supieron que era hora de irse. Cada uno, cada una, los doce hombres, las seis mujeres, las doce mujeres y los seis hombres, que en realidad eran solamente tres personas diferentes y parecidas de manera descomunal. Todos salieron descalzos. Cuando el último o la última de ellas cerró la puerta, sabía perfectamente que las Humedades Siniestras siempre destruyen cualquier tipo de construcción.
12.5.03
8.5.03
VENERADO SÍ, COMO UN PEQUEÑO dIOS
Nieto del dios Saturno, venerado como el dios de los campos y de los pastores.
Se creía que hablaba con la gente a través de los sonidos del bosque y en las pesadillas.
Fauno es el equivalente romano del dios griego Pan.
Lo acompañaban los faunos, criaturas mitad hombres mitad machos cabríos, equivalentes de los sátiros griegos.
En algunas leyendas se identificaba a Fauno con un primitivo rey del Lacio, que enseñó a su pueblo cómo cultivar y criar ganado.
También se creía que fue él quien introdujo el sistema religioso del país y después de su muerte fue venerado como un dios.
GATIDAD
La gata entra en la sala donde estamos reunidos.
No es de angora, no es persa
ni de ninguna marca prestigiosa.
Más bien exhibe en su gastada pelambre
toda clase de cruces y bastardías.
Pero tiene conciencia de ser gata.
Por tanto
pasa revista a los presentes,
nos echa en cara un juicio desdeñoso
y se larga.
No con la cola entre las patas: erguida
como penacho o estandarte de guerra.
Altivez, gatidad,
ni el menor deseo
de congraciarse con nadie.
Duró medio minuto el escrutinio.
Dice la gata a quien entiende su lengua:
Nunca dejes que nadie te desprecie.
J.E.Pacheco
LORENA MANCILLA Y SU BATAHOLA
5.5.03
El pelo sucio. Grasa. Maquillaje de tres dias que con la sonrisa se levanta en escamas pálidas.
Quien sonrie después de no lavarse la cara por tres dias?
Un día me prometiste que en las vacaciones nos quedaríamos solos, no saldríamos, descolgaríamos el teléfono, comeríamos fruta del piso, dormidos, desnudos. La promesa se quedo en sueño.
Ahora, mientras hurgo con las uñas en la grasa del cabello, sonrio.
Recuerdo las botellas y los puntos cardinales, los cuatro elementos, esa mendiga brujeria que hiciste para no dejarme ir. Por eso sonrio, por que no me voy y no me voy a ir.
Quisiera pintarme las uñas de los pies, pero no soy del tipo que se toma el tiempo para esos detalles.
Por eso, el día en que se cumpla el sueño te obligare a barnizarme las uñas, a pulirme las piernas con azucar, a untarme aceite en la espalda, a peinarme cien veces.
Es hora de ir a lavarme el pelo.
Lorena 01:09
VIDAS DE LOS POETAS
En la poesía no hay final feliz.
Los poetas acaban
viviendo su locura.
Y son descuartizados como reses
(sucedió con Darío).
O bien los apedrean y terminan
arrojándose al mar o con cristales
de cianuro en la boca.
O muertos de alcoholismo, drogadicción, miseria.
O lo que es peor: poetas oficiales,
amargos pobladores de un sarcófago
llamado Obras Completas.
J.E. Pacheco
7.5.03
6.5.03
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